Me encontraba en un momento muy bueno físicamente, pero ya notaba el cansancio de tantas pruebas y el esfuerzo que ha supuesto el Reto de este año. De todas formas, iba con el único objetivo de conseguir la medalla, unos días antes había estado con Paco y le prometí que pronto tendría su medalla.

Las previsiones era de lluvia, el mar estaba revuelto.

La última prueba del #RetoPichon 2019 era cerca de casa, en Isla Canela (Huelva), por lo que decidí viajar el mismo día de la competición. La jornada amaneció complicada, las previsiones era de lluvia, el mar estaba revuelto, y todo hacía presagiar, que sería un día duro. Pero desde el primer minuto mi mente solo estaba en llegar a la meta. 

Llegué con el tiempo justo para dejar el equipo, revisarlo mil veces para que no faltara nada y tocaba irse a la salida. 

Cuando llegué a la arena sentí un gran alivio

Nos tiramos al agua y hasta llegar a la primera boya no podía nadar, sentía que no iba. Era incapaz de dar tres brazadas seguidas. Tragué agua, paré, me tranquilicé e intenté llegar. A partir de ahí fui encontrando el ritmo, pero este segmento se hizo muy duro. Cuando llegué a la arena sentí un gran alivio. 

Rápidamente cogí la bici, tenía 90 kilómetros por delante. Siempre solo intenté coger mi ritmo desde el principio. El circuito tenía muchas subidas y bajadas y así fui pasando kilómetro a kilómetro. Hacía mucho aire que lo hacía todo más complicado, pero en mi mente solo tenía una palabra: acabar. 

Cuando me bajé de la bici ya vi que tocaba la culminación del reto deportivo de este año 2019. En las últimas pruebas me he encontrado mejor corriendo, así que el final estaba muy cerca. Nos cayó muchísima agua, pero esto lo hizo mucho más atractivo. Después de 21 kilómetros, allí estaba la meta. En cada kilómetro pensé en Paco y en cada uno de los siete niños a los que estoy ayudando este año. También reflexionaba sobre la gran suerte que tengo de correr, nadar y montar en bici. 

 

Ya tenía el premio, ¡cada niño ya tenía su medalla!

Cuando llegué a la meta fue un cúmulo de sensaciones, fue un año duro. Superar una pequeña intervención, una neumonía, muchos momentos de soledad… Pero ya tenía el premio, ¡cada niño ya tenía su medalla!

Me alimenté, me sequé y volví a casa obsesionado por entregarle la medalla a Paco. Por motivos laborales, ha sido al niño que más tiempo he tardado en entregársela. Sabía que él estaba nervioso por que fuese, y por fin, este lunes, pude ir a Jerez.

Esto siempre es un intercambio, yo le ayudo a ellos, pero no son conscientes de lo que me ayudan ellos a mí.

Cuando llegué a la sede de la Fundación Upacesur, estaba allí con su gorra y una sonrisa de oreja a oreja, acompañado de su madre, Rosana. Nada más verme, me preguntó si llevaba la medalla. Le abracé mil veces y se la colgué del cuello. Le dije que tenía que guardarla muy bien para que cuando fuera mayor pudiera recordarlo. Le agradecí a su madre haber podido ayudarlo. Sin duda esto siempre es un intercambio, yo le ayudo a ellos, pero no son conscientes de lo que me ayudan ellos a mí. 

Como en cada viaje de vuelta a casa, no puedo dejar de emocionarme porque pienso todo lo que hemos hecho este año, el esfuerzo que ha supuesto que cada uno tenga su medalla. Ahora, los siete son parte de mí: Antonio, Alberto, María, Ainara, Juan José, Esperanza y Paco. Hace ya casi un año que comenzó el reto y ¡cómo han crecido, es brutal! Muy pronto volveré y espero verlos a todos juntos. ¡Hasta pronto y muchas gracias!

Recordad que  aunque ya hemos finalizado el reto deportivo, seguimos con el reto solidario. Si quieres colaborar con el #RetoPichon 2019 haz tu donación al IBAN de la Fundación UpaceSur ES43 2100 8540 8222 0065 9417 (La CAIXA) con el concepto #RetoPichon.